Frente al televisor, hipnotizado el mundo miraba con expectativa el Gran Premio de San Marino. Así como el juego de Messi o Cristiano Ronaldo emociona y motiva los chicos de la actualidad, un piloto brasileño llamado Ayrton Senna dominaba las curvas y sorteaba chicanas con su veloz monoplaza cautivando a los amantes del deporte motor.
Campeón Mundial en tres ocasiones, marcó época en las carreras de Fórmula Uno, en luchas titánicas con el piloto francés Alain Prost. Senna, nunca se imaginó que perdería la vida en una trágica competencia en el circuito de Imola, en San Marino.
Ni la muerte de Roland Ratzenberger, joven piloto austríaco, en las pruebas de clasificación del GP de San Marino fue suficiente aviso y un día después, el mundo contempló en vivo como Senna salía de pista en la curva Tamburello y se estrellaba a gran velocidad contra el paredón.
Una verdadera tragedia, ya que una varilla de la suspensión atravesó el casco, produciéndole una herida fatal. En la película-documental llamada “Senna” comentaban que “si el objeto pasaba solo unos centrímetros más arriba, el piloto hubiera salido caminando del percance”.
Senna fue trasladado al hospital Maggiore de Bolonia con un fuerte traumatismo craneal, donde falleció horas después.
Pasaron 22 años de aquel trágico 1 de mayo, pero el mundo motor sigue recordando al piloto que supo ser un verdadero campeón mundial de Fórmula Uno en 1988, 1990 y 1991 con la escudería McLaren-Honda.
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