28 mar. 2024

Alodia, de 95 años, dedicó medio siglo de su vida a enseñar el amor al saber

La docente, referente en las aulas del país, formó a varias personalidades. Le será entregada la Orden Nacional al Mérito Comuneros, la más alta distinción que el Legislativo da a una persona por su labor.

Por Carlos Elbo Morales

carlos-morales@uhora.com.py

Aunque el tiempo le ha mermado la visión, la profesora Alodia Santos Vda. de Franco se entrega de lleno al libro que tiene en sus manos. Una entrega similar a la demostrada hacia la labor de instruir durante más de medio siglo a sus alumnos, en diferentes colegios de Villarrica y otras partes del país, a quienes enseñó el amor por la palabra escrita.

“No soy villarriqueña, nací en Acahay”, aclara de entrada la docente de 95 años, que hoy será homenajeada en el Congreso Nacional, a las 8.00. Más allá del dato geográfico, Alodia es toda una institución en la capital del Guairá, donde formó a generaciones de villarriqueños. Entre sus ex alumnos cuenta a figuras de distintos ámbitos de la sociedad, cinco ganadores del Premio Nacional de Literatura. Entre ellos se encuentran el poeta Ramiro Domínguez, el escritor y periodista Helio Vera y el poeta Jacobo Rauskin. “Helio escribía desde pequeño y le gustaba. Era muy sencillo y humilde”, señala al hablar del extinto autor de En busca del hueso perdido. Aunque la mayor parte de su labor como docente la desarrolló en Villarrica, estuvo por San Pedro y Pilar, enseñando y creando escuelas con su marido, Artemio Franco Preda. Inició su labor como docente a los 19 años y fue la tercera entre sus hermanas en abrazar esa profesión. Siendo madre, la enseñanza no quedaba solamente en el colegio. Manuel Franco, uno de los seis hijos de Alodia, rememora que ella siempre les inculcó los valores de solidaridad, honestidad, disciplina, etc.

“Siempre ponía énfasis en la educación, la formación, tener sentido de responsabilidad”, recuerda Franco, quien se dedica a la profesión de abogado, al igual que tres hermanos suyos. Su hermana Marta cuenta que muchos ex alumnos soñaron alguna vez con volver a ver a su maestra en el aula. “Venían y me decían: Quiero ver a la profesora Alodia enseñando con bastón. Todos sus hijos fuimos sus alumnos cuando estuvimos en Puerto Rosario (San Pedro). Ahí fue la fundadora del Colegio Normal”, dice Marta y menciona que de su madre aprendió la dedicación a la docencia y la familia.

“Mi madre –agrega Marta– fue la luz del saber no solo para la comunidad, sino también dentro de nuestra familia. Nos guiaba e impulsaba para que nuestra carrera tienda más hacia la docencia”.

Indudablemente, Alodia era una maestra exigente. Marta recuerda que en ocasiones los alumnos escondían la cartera de su madre, donde estaba el libro en el cual tenía anotado quiénes no habían desarrollado la lección. “Ellos contaban que igual ella les tomaba la tarea, no había forma de librarse de ella”, cuenta.

ENTRELÍNEAS. “Enseñaba Literatura porque me gustaba mucho y porque tenía inclinación hacia ese arte. Escribía cuentos”, indicó.

El gusto por el relato breve lo plasmó en el libro de su autoría Cuentos Breves del Terruño. Uno de los recuerdos más preciados es el encuentro que tuvo con el escritor Augusto Roa Bastos, quien la invitó a la celebración de su cumpleaños en una casa ubicada en Villarrica. “Fui la única fuera de sus familiares que estuvo ahí. Esa vez hablamos mucho. Era una persona muy instruida y agradable”, describe al rememorar al Premio Cervantes, a quien disfruta leer junto a otros escritores nacionales.

De otras latitudes se refiere a los clásicos españoles, con una observación a Calderón de la Barca. “Para mí ya es demasiado viejo”, dice, rematando la frase con una jovial sonrisa. Su alegría se renueva cuando escucha música paraguaya o al disfrutar de su comida preferida: un humeante plato de locro. También cuando sus ex alumnos la visitan o alcanzan un logro. “Me siento contenta con ellos”, dice la profe.