El más que centenario Partido Colorado esta semana proclamó a su presidente electo Pedro Alliana como ganador de sus internas del año pasado y asumirá plenos poderes el próximo jueves 28 de abril.
No es tarea fácil la que le espera al diputado pilarense. La herencia que recoge está plagada de históricas deudas de su partido con la ciudadanía. Por demasiados años, la ANR actuó como dueña de la República, priorizando los intereses de sus líderes, postergando a su propio pueblo y al resto de la población.
Tras ser el soporte de la dictadura, en los últimos 27 años no fue demasiado diferente a pesar de haber sido gobierno, en ese lapso, durante 22 años. Desde el Gobierno mantuvo y mantiene los antiguos esquemas del prebendarismo, la corrupción, el abuso de poder, la impunidad y la priorización de sus intereses por encima de los colectivos.
La situación de pobreza que vive el Paraguay es producto de su insensibilidad, su incapacidad y su falta de voluntad para dar un giro copernicano a su gestión, instalar al país en la vía del desarrollo sustentable e inclusivo y responder a las legítimas aspiraciones de bienestar de los paraguayos.
Alliana, en su discurso del acto de su proclamación, prometió renovar su partido. En una maraña de ambiciones políticas, mezquindades, afán de figuración, hipocresía, traiciones y lealtades ocasionales movidas incluso por el dinero, mirando ya el 2018, será muy difícil alcanzar ese propósito.
Un obstáculo que encontrará de entrada es su inexperiencia como timonel para capear adversidades. Carece de fundamento creer que su aprendizaje será lo suficientemente acelerado como para que su liderazgo alcance madurez en corto tiempo.
No obstante, su tarea fundamental será desarmar los espíritus de sus correligionarios radicalizados y convencer a los más reacios a cambiar, ya que de no hacerlo el precio a pagar podría ser la pérdida del poder.
Si la ANR no cambia de la corrupción a la honestidad, del tráfico de influencia a la selección por méritos, de la concepción de la función pública como botín de guerra a oportunidad de servicio, de la injusticia a la justicia, de la ausencia de calidad en la educación y la salud a respuestas dignas en esos campos y del despilfarro del dinero público a la austeridad, no podrá aportar a la construcción del Paraguay que soñamos.
El nuevo presidente de los colorados, tal como vaticinan sus detractores, podrá ser solo una figura decorativa al frente de la Junta de Gobierno. O, al contrario, un líder joven con suficiente personalidad y carisma capaz de instalar una nueva era que beneficie a los colorados y también al país. Sus palabras y sus acciones dirán qué dirección toma.