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Marvel empieza con el pie derecho la adaptación a la pantalla grande de las aventuras de otros de sus superhéroes. Star-Lord es uno de los tantos aventureros intergalácticos que hizo las delicias de niños y jóvenes en los años dorados de los cómics, cuando la Guerra Fría tenía como deriva lógica la curiosidad por el espacio exterior.
Luego de Thor, el director James Gunn tiene la responsabilidad total de escribir y dirigir esta adaptación, y lo hace con muy buen tino pues comprende que el humor es un complemento que es bienvenido en las películas de ciencia ficción desde la llegada de los Avengers al cine. Al tener a su cargo a otro grupo de superhéroes, entiende que debe aprovecharlos en todas sus dimensiones, incluso en una nueva cual es la comicidad.
Pero una estrella con brillo particular en la película es la música. Guardianes de la Galaxia recupera el rock y el pop en inglés de finales de los 70 y principios de los 80 y así la banda sonora es un imán atractivo para aquellos con más de cuarenta, que leían aquellos cómics y escuchaban a sus ídolos en vinilo o por la radio.
Estrictamente la trama cumple con todo los clichés que se esperan. Hay un supervillano que quiere apoderarse de una superarma que puede destruir el universo, y los cinco Guardianes de la Galaxia se encargarán de impedirlo. La novedad –aunque no lo es tal en realidad– es que estos héroes galácticos son, en principio, grandes y peligrosos delincuentes. Por accidentes de la vida, al final de la película serán consagrados como guardianes de mundos que siempre han saqueado. Los originales seguidores del cómics no sé cómo reaccionarán ante los cambios que hizo la adaptación, pero a estas alturas ya estarán más que acostumbrados a lo que el cine hace con sus héroes de infancia y adolescencia.
Aunque no hay sorpresas en una historia ya estandarizada, lo genial es que está contada con buena música, mucha acción sazonada con buen humor. Buen debut de los Guardianes, los que suman a un universo de superhéroes marvelianos que empezarán eventualmente a cruzarse en las distintas realizaciones que irán apareciendo en el futuro.