Ante esta situación, niños y adolescentes, sin distinción de clase social, etnia, religión, orientación sexual e identidad de género, que diariamente son víctimas de todo tipo de abusos y cuyos agresores se hallan amparados por la ausencia del Estado, pronunciaron un manifiesto en el que se reza: “Que nuestro cuerpo es nuestro territorio y por eso es nuestro derecho recibir información de calidad sobre sexualidad, para identificar cualquier situación de abuso sexual. Que no tengamos vergüenza ni miedo para pedir ayuda; las niñas, niños y adolescentes no somos culpables de una situación de violencia. ¡Rompamos el silencio, que unidos y organizados somos más fuertes”.
En otra parte del manifiesto, los niños indican a la sociedad “que las niñas, niños, adolescentes y mujeres no somos propiedad de nadie; que nuestro cuerpo no es mercancía ni objeto de uso ni abuso”. También, “que no se sea cómplice ni indiferente ante los altos índices de abuso, explotación sexual de niños, niñas y adolescentes y las alarmantes cifras de embarazo forzado en niñas y adolescentes. ¡Esto no es normal, hay que denunciar!”
Pidieron además al Estado que se implementen políticas públicas de educación integral de la sexualidad “desde un enfoque científico, laico, de derechos y con perspectiva de género”. Además, solicitaron que se cumplan los protocolos relacionados con la atención integral de casos de violencia sexual, “desde un enfoque de derechos y protección a las víctimas, para evitar la revictimización”.
El objetivo de la marcha fue visibilizar la violencia sexual hacia niñas, niños y adolescentes en nuestro país, para romper el silencio en torno al tema, que la sociedad no sea cómplice de la situación, y para exigir al Estado la plena garantía de los derechos y la protección de los sectores más vulnerados, como son los niños y adolescentes.