Pero todo esto no basta. Este juicio de Curuguaty, más que jurídico, es político.
Los siete abogados han puesto al descubierto la falta de pruebas del alegato del Ministerio Público. Sin embargo, la Fiscalía se sintió fuerte y aumentó al máximo todas las peticiones de condena (40, 25, 29 años), porque se encuentra apoyada por los tres poderes del Estado, y estos, a su vez, exigidos por los “amos” del Paraguay: sojeros, ganaderos, multinacionales, narcos, etc…, que quieren una ejemplar condena que, a través del miedo, acabe para siempre con las entradas a las tierra fiscales que usufructúan los latifundistas.
Los siete abogados han demostrado la inocencia de los campesinos presos y quienes les acompañamos queremos “absolución, ya”.
Pero al Estado y a sus servidores de los tres poderes esto no les importa en un juicio político, si siguen todavía millones de paraguayos indiferentes, en diversos grados, a esta causa.
Si la sentencia se confirma y no son declarados todos inocentes, vendrán impunemente muchas masacres más hasta que el pueblo del Paraguay, nosotros, políticamente eunucos, les dejemos tranquilos en sus negocios. Esto ya ocurrió en México, y ya no tiene remedio.
Pero nosotros todavía estamos a tiempo. Comencemos con manifestaciones y actos públicos diarios que muestren que todavía queremos “vencer y vivir”. Hagamos la lista de los “indeseables” para no votarlos más, etc…
Como sacerdote hago especialmente un llamado a todas las iglesias (Católica, Luterana, Ortodoxa, Anglicana, evangelistas, etc…). Todos somos seguidores de Jesús, cuya causa es la paz y la justicia para todos, comenzando por los más empobrecidos.