19 abr. 2024

Además de crecer, necesitamos mejorar calidad del crecimiento

La proyección del 3,7 por ciento de crecimiento del PIB da cierta tranquilidad a la situación que podríamos esperar para el año que viene. No obstante, no debemos sobreestimar el valor de este indicador, teniendo en cuenta que una parte importante de su comportamiento depende de variables que no necesitan de las políticas ni del país, como el clima o la demanda externa. Por otro lado, sin cambios estructurales el crecimiento del PIB tampoco significa necesariamente un mayor bienestar para la mayoría, por lo que se hace necesario reducir las expectativas sobre su significado.

El crecimiento económico es condición necesaria para generar empleos de calidad y los bienes y servicios que requiere la sociedad para satisfacer sus necesidades, así como los recursos tributarios para financiar políticas.

Sin embargo, no cualquier crecimiento económico genera estos resultados positivos. El modelo paraguayo, basado en una parte importante en la producción y exportación de bienes agropecuarios, tiene limitaciones para lograr estos objetivos.

Los bajos niveles de valor agregado y la alta dependencia de factores exógenos hicieron que aun con promedios superiores al 5% anual en los últimos 10 años, el país no haya podido crear condiciones adecuadas para impulsar un proceso de desarrollo a nivel nacional ni del bienestar en las familias paraguayas.

Luego de una década de crecimiento relativamente alto, pero volátil, persisten altos niveles de desigualdad y pobreza, especialmente en el área rural a pesar de que una alta proporción del crecimiento del PIB se deba al crecimiento del sector agropecuario.

La ausencia de un efecto positivo amplio en el sector rural ocasionó la migración hacia las áreas metropolitanas de las ciudades más importantes, configurando un sector urbano con niveles de empleo muy precarios. Para los jóvenes, la situación empeora, ya que muchos se encuentran desempleados.

En este contexto de crecimiento, varios estudios internacionales señalan la existencia de poblaciones en situación de pobreza, un grupo mayor en situación de vulnerabilidad con un alto riesgo de caer en carencia y otro sector no menor considerado de clase media, pero también en condiciones de vulnerabilidad, ya que no cuenta con suficiente cobertura de seguridad social ni de otros mecanismos de protección.

En definitiva, una década de crecimiento dejó como avance positivo la reducción de la pobreza, pero no creó las condiciones para que una amplia mayoría de trabajadores logre permanecer fuera de ella a lo largo de toda su vida.

El otro déficit importante de este crecimiento ha sido su escaso impacto tributario, con lo cual actualmente existe poco espacio para implementar políticas que contribuyan a diversificar la economía y que el crecimiento económico se produzca en sectores con la potencialidad de generar empleos de mayor calidad.

Actualmente, el país no cuenta con financiamiento para implementar una política industrial o de servicios, ni garantizar la expansión de infraestructura sin caer en un endeudamiento que a la larga es insostenible sin recaudación que permita cumplir con los compromisos.

La dependencia del clima y de la demanda externa, y ahora de obras de infraestructura financiadas con deuda, no es una buena estrategia de desarrollo, por lo que las autoridades nacionales deben, además de festejar la buena perspectiva, diseñar e implementar políticas que garanticen un crecimiento sostenido, menos volátil y con un efecto multiplicador mayor en los empleos y la fiscalidad.

Más contenido de esta sección
Hace unos días, fue intervenida una estancia en Fuerte Olimpo, Alto Paraguay, y en el lugar fueron detenidas diez personas de cuyo poder incautaron fusiles AR47 y una avioneta Cessna, además descubrieron una pista clandestina que habría pertenecido a la estructura liderada por el supuesto narcotraficante uruguayo Sebastián Marset y al presunto líder de tráfico de drogas, Miguel Ángel Insfrán, alias Tío Rico. Resulta insostenible la falta de control del espacio aéreo nacional, ante la impasividad o complicidad de las autoridades.
Aproximadamente, unos 1.300.000 niños y adolescentes paraguayos retornaron a clases en los establecimientos educativos públicos hace unos días, y el escenario que hallaron muchos de ellos ha sido el de una infraestructura deficiente y precariedades. A pesar de que la Constitución Nacional consagra el derecho a la educación, frente a la realidad a la que asistimos, parecen apenas palabras vacías de significado debido a la ceguera de nuestros líderes políticos para anteponer los intereses de la mayoría y apostar por el presente y el futuro del país.
El acceso de los niños a alimentos adecuados y saludables es esencial para garantizar su bienestar físico, intelectual y social. Los programas de alimentación escolar han formado parte de la política educativa desde hace más de un siglo y permanecen en la actualidad, independientemente del nivel de desarrollo de los países y de los ingresos de los hogares. Pero en todos los países el programa se ha planteado de manera integral y tiene alto consenso social. Paraguay no puede ser una excepción. Los cambios planteados solo generaron conflictividad, a la vez de que no garantizarán mejoras sustanciales.
Los agricultores familiares producen la mayor parte de los alimentos frescos y sanos, diversificados y culturalmente apropiados. Generan oportunidades de empleo agrícola y no agrícola, y ayudan a las economías rurales a crecer. La agricultura familiar preserva y restaura la biodiversidad y los ecosistemas, y utiliza métodos de producción que pueden ayudar a reducir o evitar los riesgos del cambio climático. La agricultura familiar es fundamental para mantener la capacidad adquisitiva de los ingresos de todas las familias y para reducir la pobreza en el sector rural. Dejarla en el abandono es poner un obstáculo al crecimiento sostenible, al bienestar de los hogares y al desarrollo del país.
La violencia contra las mujeres es una preocupante realidad en el Paraguay. En este Día de la Mujer Paraguaya debemos recordar los datos de las instituciones que señalan que, pese a las leyes, los casos de violencia en el hogar y los casos de feminicidio no disminuyen. Estamos lejos de ser una sociedad que respeta y valora las capacidades de las mujeres; prueba de ello es el aumento en el último año de la violencia política. Este es un indicador del largo camino que nos falta andar para ser una sociedad verdaderamente democrática.
Las reguladas del servicio del transporte público forman parte ya de la realidad cotidiana para los pobladores de la capital, su área metropolitana y el Departamento Central. El mal servicio, no obstante, afecta a todas las ciudades y localidades del Paraguay. Este, además de la salud pública, es el servicio más ineficiente que debe padecer la ciudadanía. Las humillaciones que a diario soportan los usuarios son inaceptables. Un transporte público seguro y cómodo es un derecho que tienen los paraguayos y significa calidad de vida.