29 mar. 2024

Actitud contra la corrupción

Ya en tiempos lejanos a nuestro país se lo conocía como el del contrabando. Hoy en día el concepto es más amplio. Se ha vuelto el país de la corrupción y de la impunidad. Según encuestas hechas en América Latina y el Caribe a sus propios ciudadanos e instituciones locales, a través de la organización no gubernamental con sede en Berlín, Transparency International, Paraguay sigue siendo uno de los más corruptos en este subcontinente, compartiendo posicionamientos de mala reputación entre los peores: Venezuela la peor, con 166 puntos; Nicaragua 145; Guatemala 136 y con 123 Honduras, México y Paraguay. La lista de los más corruptos es extensa y sigue, pero con puntuaciones ya menores. Llama la atención que, a pesar de lo que se lee en los medios modernos de comunicación social todos los días, Brasil ostente una posición “solo” intermedia en la percepción de corrupción, con 79 puntos, y que Argentina también tenga “solo” 95. La imagen que proyectan en sus países vecinos es que son tan o más corruptos aún que Bolivia (113) y Paraguay (123).

Ricardo Rodríguez Silvero

Ricardo Rodríguez Silvero

IMPUNIDAD. El drama de nuestro país está en que no solo la corrupción está extendida y se ha vuelto omnipresente, sino que, para peor, no se castiga ejemplarmente a los corruptos de siete suelas. Ante las numerosísimas denuncias de corrupción contra miembros de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, así como de otras dependencias del Estado, hasta ahora no se conoce que ninguno de ellos haya sido castigado ejemplarmente. Si se les aplica sanciones, ellas son menores o tan solo temporales (arresto domiciliario).

FOMENTO OFICIAL DEL ILÍCITO. No castigar públicamente, con las leyes y los procedimientos vigentes, a los megacorruptos es fomentar la corrupción desde los mismos poderes del Estado. Obviamente, en esas condiciones, los delitos económicos se expanden y afianzan. Algo similar puede afirmarse de los actos criminales, como secuestro, tortura, extorsión y asesinato de las víctimas: El castigo que se les aplica no es severo y suele reducirse a unos pocos involucrados incluso en actos criminales de lesa humanidad, así como en asesinatos vía sicarios o los directos, es decir, sin la ayuda de terceros.

DENUNCIAS DE INSTITUCIONES INTERNACIONALES. En ese contexto, no extraña, ya que cada vez más instituciones sumamente influyentes a nivel mundial, especialmente en el ámbito de finanzas internacionales y de presupuestos públicos estén publicando ya reiteradamente y alzando su voz de protesta en contra de los masivos actos de megacorrupción en América Latina y el Caribe. Uno de los últimos ejemplos los han dado la mencionada oenegé Transparency International, a través de sus informes anuales, y el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su publicación del pasado 28 de setiembre, analizada por Sandro Pozzi (https://elpais.com/…/09/28/actualidad/1506613451_975558.html), y titulada El FMI urge políticas enérgicas contra la corrupción en América Latina. El organismo la considera excesiva y plantea medidas para enfrentarla porque “lastra el crecimiento de la región”.

LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN. La pluma de Pozzi deja leer que el esfuerzo en la lucha contra la corrupción “debe ser colectivo, decisivo y en varios frentes para poder romper con el equilibrio pernicioso que se come los recursos públicos...”. Y continúa: “La institución que dirige Christine Lagarde dedicó dos análisis la última semana a analizar el problema de la corrupción en América Latina. En el primero habló de avances, pero advirtió de que sigue siendo ‘excesiva’ y requiere que se adopten ‘políticas más enérgicas’”. Citó casos que trascienden fronteras, como los “papeles de Panamá” o “los escándalos de Petrobras y Odebrecht”.

DIRECTORES DEL FMI. Alejandro Werner, director para el hemisferio occidental del FMI, recuerda que la trampa de la corrupción tiene consecuencias económicas y políticas que pasan factura a todo el continente. Junto a David Lipton, subdirector gerente del organismo, explican que está demostrado que la corrupción puede atrofiar el crecimiento sostenible e inclusivo, alimenta la desconfianza y merma la inversión (sic). “Los ciudadanos de América Latina están descontentos”, advierten. Pero el combate contra la corrupción, admiten, es complejo porque ella está incrustada en la sociedad y eso requiere de un verdadero cambio de percepción y comportamiento.