–¿A qué actividad le dedica más tiempo actualmente?
–A muchas cosas como toda mujer moderna, mi conocimiento va más por lo empírico y a lo que más me dedico ahora es a la asesoría de imagen y al protocolo. Imparto clases diversas de etiqueta social y oratoria en la productora La Martino y escribo para la revista Long Magazine en su sección Savoir Être, Etiqueta e Imagen y Cool Hunting.
–¿Hace cuánto ejerce la profesión?
–Hace dos años. Un día hablé bien con mi familia, les comenté sobre mis proyectos y comencé a capacitarme. Ahora estoy con un segmento de mujeres reales con cuerpos reales. A ellas les gusta porque se respeta la forma del cuerpo y un plus que le agrego es la etiqueta. En el sentido del largo de la pollera para actos oficiales, los escotes, el cabello y otros detalles.
–¿Cómo comenzó su camino en la asesoría?
–Fue una cuestión personal, porque me costaba encontrar ropa para mí y nunca me sentía cómoda con lo que compraba. Entonces me di cuenta de que algo se podía hacer. Además, siempre fui referente entre mis amigas, me pedían consejos a la hora de vestir. Antes de eso trabajé 6 años con Desirée Grillón en los eventos empresariales y oficiales. Fui ahí donde me percaté del gusto que tengo por este ámbito. Todavía no pude alcanzar mi título de protocolista, pero está en proyecto. Faltan más institutos que ofrezcan esta especialidad.
–¿Qué es lo más importante a la hora de asesorar?
–La forma del cuerpo y del rostro de cada persona. Lo más importante es la individualidad, todas somos diferentes y únicas, pero a veces la industria textil tiran una moda y quieren que todas consumamos esa moda. Pero lo que una le queda bien no tiene por qué quedarle bien a la otra. Hay que rescatar lo conveniente para cada una porque o si no todas parecemos uniformadas. En realidad, la moda personalmente no me gusta porque es como una imposición.
–¿Cómo ve el rubro en Paraguay?
–Hay varias asesoras y con más experiencia. Lo que me doy cuenta también es que actualmente las jóvenes adoptan estilos más personales y se animan a jugar con cosas nuevas.
–¿Cómo es su vida familiar?
–Literalmente un caos (risas), gracias a Dios mi marido me apoya muchísimo y es muy amo de casa, me ayuda en la cocina, con los chicos y así colaboramos todos, aunque necesito organizarme mejor con los niños. Lo que me gusta es que ellos ven que me estoy esforzando, porque bien podría estar sentada limándome las uñas o en un spa, pero esa no es la idea. El más pequeño me solía preguntar por qué estudio si yo ya soy grande (risas).
–¿Cuántos hijos tiene?
–Tengo un hijo de 23 años que ya vive solo, una hija de 17, que es mi ayudante durante las charlas, una hija de 11 y un hijo de 10.
–¿Tiene sueños por cumplir?
–Sí, claro. Tengo como objetivo tomar un curso de coaching para dictar conferencias. Ayudar a las mujeres y llegar a los caballeros, quienes son más obedientes que las damas, porque ellos están más abiertos a las directrices de cómo usar la camisa, el largo del pantalón, la corbata, etc. Las mujeres como que suelen decir: “Yo ya soy así y no me vas a cambiar”.
–¿Tiene algún hobby?
–Amo correr. Necesito hacerlo porque es como una terapia para mí. Siempre participo de maratones en nuestro país y también lo realicé en Argentina, Brasil y Nueva York.
–¿Qué sería lo más difícil de la profesión?
–De repente lidiar con los diferentes caracteres, pero menos mal casi siempre me toca trabajar con gente adaptable. Al momento de trabajar con empresas, lo más difícil es la parte burocrática. El pago a veces se hace esperar. En ese sentido tengo una socia, Jazmín Venialgo, que me ayuda en la parte administrativa.