Tw: @NogueraAmilcar
Hace frío, llovizna y el viento empieza a soplar, uno debe buscar resguardo en uno de los aleros del Centro Acuático Nacional, en el BCP. Al rato llega Cristian Aranda montado en su bicicleta Specialized, viene de entrenar 120 km en la carretera. El clima no le intimida y empieza a hablar con ÚH.
Él es un triatleta que de niño soñaba con volar como los aviones. Superó una afección cardiaca y ahora es uno de los referentes más importantes de este deporte y tiene aspiraciones olímpicas.
“De niño veía pasar los aviones y soñaba como todo chico con la ilusión de volar algún día. Decía que alguna vez subiría allí”, dice Cristian a ÚH.
Eran las dulces e improbables fantasías de un infante del interior, menor de 12 hermanos, que iba creciendo bajo el techo de paja de un humilde hogar campesino de Barrero, distrito de Iturbe, Guairá.
ganas de salir adelante. Ese deseo de superación es su mayor motor de seguir conquistando horizontes lejanos. A sus 23 años, es el referente más importante del triatlón nacional y aspira llegar a Tokio 2020 en el deporte que combina natación, ciclismo y corrida.
“Empecé a hacer deporte porque cuando nací sufrí una deficiencia en el corazón. Tuve tratamiento durante mucho tiempo, de niño no podía ni siquiera agitarme, era prácticamente un vegetal. Pero cuando iba creciendo, los médicos recomendaron que hiciera deporte para que mi corazón pueda bombear más sangre”, cuenta Aranda.
Empezó con el fútbol, pero encontró su deporte en el running. “Empecé a correr en el 2008. Durante tres años solamente trotaba, corría y fue que allá por el 2011 se formó el Team PMC, donde por primera vez recibí un plan de entrenamiento y fue el inicio de todo”, recuerda con alegría.
no sabía nadar. Al año siguiente, los Juegos Olímpicos de Londres 2012 le inspiraron. “Allí por primera vez vi la prueba del triatlón, me quedé fascinado y dije que algún día estaría en unos JJOO”, destaca. Pero la primera regla del triatlón es que el atleta sepa nadar. “Yo no sabía nada, nunca había entrado a una pileta”, dice.
“Empecé a entrenar con Claudio Delpueche, solo unos meses, porque él cobra y yo no podía pagar, entonces seguí entrenando solo por cuatro años y recién el año pasado aprendí a mejorar mi técnica de natación con José Lobo. En cuanto al atletismo empecé a entrenar con Fredy Benítez, y con Fernando Rolón en ciclismo”, destaca.
clasificó al mundial. Luego de tres meses de recibir asesoramiento planificado se fue a competir en un Iron Man 70.3, que se realizó en Foz de Yguazú, y logró ganar su categoría U23 y clasificó para el mundial de la especialidad a realizarse en Tennessee, EEUU, el próximo 9 de setiembre. “Estoy esperando conseguir los pasajes, gastos de hotelería y alimentación”, comenta.
“Este va a ser mi primer y último mundial de Iron, porque voy a enfocarme directamente en la distancia olímpica, con el objetivo de llegar a Tokio 2020”, sostiene. Lamenta la nula actividad y gestión de la Federación de Triatlón, presidida por Édgar León.
Entre el estudio y el entrenamiento de alto nivel, combina el estudio. Además de ser atleta cursa dos carreras universitarias. “Los días que tengo clases voy corriendo a la facultad, estoy último año de Ingeniería Electromecánica (Uninorte) y tercer año de Ciencias del Deporte.