24 abr. 2024

A los jóvenes con título cuesta más llegar al empleo, por mala formación

El desempleo afecta más a jóvenes con educación terciaria que a quienes tienen solo primaria. Estudios del Cadep y responsables de empresas coinciden en la deficiente educación, que no forma para el trabajo.

preparación. Las empresas notan las limitaciones

Deficiente preparación. Las empresas notan las limitaciones de quienes buscan empleo.

Si bien el capital educativo de los jóvenes ocupados aumentó en diez años (de 2002 a 2012, según la encuesta Inserción de los jóvenes en el mercado del trabajo, de Cadep), la de los desocupados subió más, es decir, que estos últimos pasan mayor tiempo estudiando. De los 7,5 años en promedio que los ocupados se dedicaban al estudio, recientemente se llegó a los 9,1 años; mientras que de 8,2 años en 2002 dedicados a instruirse, los que no trabajan ahora llegan a los 10,4 años.
Para Dionisio Borda, Cynthia González y Diana García, autores del libro citado, lo llamativo es que los trabajadores desocupados tienen más años de estudios que los ocupados y, paradójicamente, el desempleo afecta más a jóvenes con educación terciaria que a los de sólo educación primaria.
Esto se explica, al decir de los autores, porque los cursos de capacitación laboral bajo criterios de selección y monitoreo de los beneficiarios están precariamente sistematizados; y no existe información del impacto de los programas de formación en la inserción laboral y la obtención de empleos de buena calidad.
A esto se suma que la calidad educativa no se condice con lo que el mercado reclama. Para el industrial Rubén Mujica, hay un divorcio entre la oferta educativa y lo que busca el mercado. “Nunca me llamaron para gestar un tipo de formación que será más útil”, reclamó.
A su criterio, es lamentable ver a una persona con título en mano y que no sepa manejarse laboralmente. El industrial sostuvo que esto ocurre, en general, porque “hay inescrupulosos metidos en el gran negocio de universidades sin ofrecer verdadera formación, sino llevados por el lucro”.
El estudio aborda el desajuste entre la calificación del trabajo que los jóvenes ofrecen y la que las empresas demandan. Esa disfunción, según el libro, podría tener relación, por el lado de la oferta, con el nivel de tolerancia o capacidad económica y sicológica que tienen las personas hasta encontrar un trabajo con las características que desean, acordes con su nivel educativo.
Según Verónica González, de Tigo, los egresados no tienen preparación cognitiva ni en conductas sociales (responsabilidad, compromiso, conducta ética); hay débil proceso formativo y la empresa invierte mucho tiempo en volver a capacitarlos.