Millares de jóvenes salieron a las calles a protestar por el magnicidio, lanzando dedos acusadores contra el general Lino Oviedo y el entonces presidente de la República, Raúl Cubas Grau, a quien señalaban como esbirro del general de Caballería que estuvo en el golpe que derrocó a Alfredo Stroessner. El descontento social subió de tono hasta degenerar en una batalla campal con fuerzas de seguridad públicas que derivaron en la muerte de 8 jóvenes.
El asesinato del vicepresidente Luis María Argaña, el 23 de marzo de 1999, quedó sin ser debidamente investigado y sancionado por la Justicia. Se estableció quiénes lo mataron, pero no quién ordenó el magnicidio.
Estallido. El atentado fue la mecha que terminó de encender el polvorín político en que se había convertido el país, con la emergencia del general Oviedo como aspirante a la presidencia de la República.
Condenado a diez años de cárcel por un intento de golpe de Estado contra el presidente Juan Carlos Wasmosy, en abril de 1996, Oviedo había sido liberado por su socio político, el presidente Raúl Cubas, en agosto de 1998, con un decreto que fue desautorizado por la Corte Suprema de Justicia. Un pedido de juicio político contra el mandatario aguardaba su tratamiento en la Cámara de Diputados, cuando se produjo el asesinato.
La indignación ante el crimen motivó la concentración de miles de ciudadanos desde ese 23 de marzo en las plazas del Congreso, exigiendo la renuncia de Cubas y cárcel para Oviedo. Los oviedistas también movilizaron a sus partidarios y se produjeron enfrentamientos durante seis días, que mantuvieron en vilo al país.
Ofrenda. El líder del movimiento Colorado Añetete, Mario Abdo Benítez, participará esta mañana del acto organizado por la familia Argaña en la Recoleta.
