Desde la liberación de la María Edith, la familia vive bajo un esquema de seguridad que al mismo tiempo implica una pérdida de intimidad del matrimonio y los hijos.
Fueron condenados como autores materiales: Alcides Osmar Oviedo Brítez, Carmen María Villalba Ayala y Aldo Damián Meza Martínez, todos a 18 años de prisión, pero siguen prófugos Juan Arrom, Anuncio Martí y Víctor Colmán, quienes consiguieron refugiarse en Brasil como asilados políticos.
“El caso para nosotros sigue abierto. Ojalá esta gente sea tomada alguna vez y se haga justicia”, refirió al respecto Antonio Debernardi en comunicación con Monumental AM 1080.
Actualmente cuatro personas están secuestradas en manos del EPP, grupo formado a partir del Partido Patria Libre: el suboficial Edelio Morínigo, los colonos Abrahán Fehr, Franz Wiebe y Félix Urbieta. Este último estaría en poder de Alejandro Ramos, quien habría formado su propia organización.
“Yo advertí en su momento de que se estaba iniciando una industria del secuestro en Paraguay”, expresó el empresario sobre los últimos casos.
Recordó que en la mañana del 16 de noviembre del 2001 estaba en una reunión de negocios hasta que su secretaria le alertó de la desaparición de su esposa. Primeramente pensó que se trataba de un robo de vehículo con toma de rehén, pero cuando el rodado se encontró abandonado, consideró que podría tratarse de secuestro, hecho que se confirmó días después.
Para sobrellevar la situación, contrató a una empresa inglesa para que lo asesora e instaló un puesto de comando en su vivienda. Estuvo 18 días en la incertidumbre, sin saber qué decir a los hijos del matrimonio que en ese momento eran aún pequeños, hasta que recibió la primera comunicación por parte de los secuestradores.
Tras la liberación de su esposa, la familia acusó de cómplice a Marina Arrom, hermana de Juan Arrom. La mujer estaba casada con Guillermo Debernardi, hermano del empresario.
“Lo que más me impactó fue la forma tan planificada y tan fría de cómo se ejecutó y por miembros de nuestra familia prácticamente, porque la señora Arrom estaba casada con mi hermano Guillermo, era una persona de nuestra confianza en una de mis empresas, manejaba las cobranzas. Fue ella la que nos vendió prácticamente”, lamentó.
La liberación se acordó con el pago de USD 1.000.000. Antonio Debernardi envió a personas de su confianza a diferentes puntos del interior del país como Ciudad del Este, Encarnación y zonas del Norte, para recibirla, atendiendo a que se desconocía dónde sería entregada. Finalmente fue él quien acudió primero a su encuentro el 19 de febrero del 2002, pues fue liberada en Asunción.
Sobre el operativo montado por el Gobierno en el norte del país, sostiene que es un fracaso, ya que no pudieron eliminar al EPP en un territorio pequeño y con un amplio despliegue de seguridad.
A los familiares de los secuestrados recomienda, de acuerdo a lo que le enseñaron los expertos, que esperen la comunicación para el pago de rescate y que pidan pruebas cada cierto tiempo, pero sin exagerar. “Que esperen y que recen para que sus allegados, en primer lugar, estén vivos y, en segundo lugar, que puedan ser rescatados con vida”, aconsejó.
A partir de la liberación, la familia vivió 10 años de terror, luego decidieron “dar vuelta la página” y guardar discreción sobre el caso. Ahora lo recuerda como algo casi anecdótico, según el empresario.
José Tomás Rosa, su esposa Nidia Espínola y De los Santos Saldívar fueron los primeros condenados por el caso.