28 mar. 2024

A 10 años del secuestro de Gilda Vargas

Este miércoles 28 de agosto se cumplen 10 años del día que secuestraron a la empresaria gastronómica Gilda María Estela Vargas en la zona de Lambaré. Sus restos fueron hallados el 21 de febrero de 2011 en la ciudad de San Antonio.

La empresaria fue secuestrada en Lambaré el jueves 28 de agosto del 2003 por la banda liderada por el argentino Cristian Carro Córdoba, condenado en el vecino país por el secuestro de Cristhian Schaerer.

El plagio fue catalogado como extorsivo ya que el monto del rescate es inferior al de un secuestro político. A pesar de las investigaciones fiscales y policiales, los restos de la mujer fueron hallados recién el 21 de febrero de 2011 en la ciudad de San Antonio, en una fosa común.

Los forenses confirmaron la identidad luego de varios estudios en los cuales hicieron la comparación de los restos con placas radiográficas que Vargas se realizó meses antes de ser secuestrada.

A las 09.00 horas de la mañana de aquel 21 de febrero de 2011 fueron encontrados los restos de un esqueleto, envueltos en una colchoneta. Durante las primeras excavaciones se halló el cráneo cubierto con ropa de lana. En la misma fosa fueron halladas las prendas de vestir que tenía puesta la víctima en día del secuestro, además de su teléfono celular y su termo.

En el terreno ubicado en el barrio Puerta del Sol vivía el ex guardia de seguridad privada de Gilda Estela Vargas, Roberto Sanabria, implicado en el secuestro y asesinado en el Penal de Tacumbú en noviembre del 2005, días antes del juicio oral.

Una mujer fue la clave para el hallazgo del cuerpo. Si bien cuando ocurrió el hecho solo tenía 17 años y se mantuvo en silencio durante varios años, fue considerada la testigo clave.

La joven indicó que Sanabria residía en ese lugar con su esposa y sus dos hijas y que una de las cosas que más le llamó la atención fue la construcción de un pozo que según el hombre era un “pozo ciego"; sin embargo la familia tenía como baño una letrina.

Además, comentó que un sábado de noche, en la casa bajaron un ropero entre 5 a 6 personas y luego llamativamente lo volvieron a llevar. Agregó además que la cómoda llegó junto a algunas bolsas en un camión de flete con la carrocería de madera y que Sanabria era acompañado permanentemente por su hermano.

Así, gracias a las declaraciones de la joven, las autoridades pudieron entregar los restos de Gilda María Estela Vargas a sus familiares quienes por años reclamaron justicia.