Su hija Zulema Esther, su nieto Manuel, de 5 años, y su yerno Julio Caballero murieron a consecuencia de las quemaduras sufridas en el incendio de aquel 1 de agosto de 2004.
El cuerpo de Zulema nunca se entregó a los familiares; ella forma parte de las 7 víctimas desaparecidas de las 60 iniciales. La fortaleza de la mujer se redobló para cuidar de sus nietos y seguir buscando a su hija. Esa búsqueda paró tres años atrás, luego de innumerables idas y vueltas sin resultados.
“Fue un accidente tan difícil para todos, pero la vida continúa. En los primeros años es terrible, pero uno va superando. No vamos a llorar eternamente”, reflexiona con tono firme. Pero el rostro de Zulema se destensa y sus palabras se enternecen cuando recuerda a Manuel, que hoy tendría 14 años. “Era el chiquitito”, afirma sosteniendo su fotografía.
Ese 1 de agosto, Manuel junto a su madre y su papá fueron a ejercitarse en el Jardín Botánico, luego pasaron al supermercado a hacer las compras del domingo. El día fue largo para la familia y una llamada alteró la tranquilidad de ese día. Su yerno Julio fue llevado hasta el Hospital Rigoberto Caballero y tres días después murió; su nieto, ya al final de la tarde, fue encontrado en el Centro Nacional del Quemado, donde peleó durante 21 días en terapia intensiva, y falleció. A la mamá la buscaron durante días y no hubo respuestas hasta hoy.
SU FUERZA. Alejandro, quien hoy tiene 18 años, y Luis, 23, son los nietos que aún viven con ella. Las hermanas mayores se independizaron: una viajó a Italia y la otra formó una familia. “Habrán sufrido mucho en su interior, pero lo superaron; van estudiando y trabajando, que era lo que esperaba de ellas, que sepan desenvolverse, porque la vida continúa y es dura”, afirma.
Considera que se debe abrir paso y alcanzar metas, y está se- gura de que sus nietos lo están logrando, pese a la pérdida. “Agradezco a Dios esta bendición, porque son estudiosos y trabajadores. Son respetuosos, obedientes, son una maravilla; siempre me respetaron mucho”, destaca orgullosa.
Hoy, en el noveno aniversario de la tragedia, se hará un acto de recordación frente al local siniestrado, como cada año, adonde concurren familiares, sobrevivientes y amigos en memoria de los 400 muertos, los más de 500 heridos sobrevivientes y de los 7 desaparecidos producto del incendio, que se inició a las 11.20 en la rotisería y que luego se extendió a todo el edificio.
Zulema recordará a sus seres queridos en una misa en la parroquia San Pedro y San Pablo, del barrio Republicano.
La fortaleza que Zulema refleja se debe a que no se siente sola en medio de tanto dolor. “Desde un principio fui muy fuerte porque vi que la mayoría perdieron a cuatro seres queridos; entonces supe que no estaba sola. Con eso me consolaba, pues el drama no era solo mío, varias familias pasaban por lo mismo, y quedaron mis nietos; entonces, tenía que hacer algo, y así salimos adelante”, concluye la mujer.